Las lámparas de roca de cristal de sal están de moda en todo el mundo por sus propiedades saludables y cualidades estéticas, pero en su esencia, son más viejas que el hombre. De hecho, las primeras rocas de cristal de sal se formaron hace unos 250 millones de años por la evaporación parcial del primer océano, Tethys, situado donde ahora se encuentran las montañas del Himalaya que se extienden por Afganistán, Bhutan, China, India, Nepal, y Pakistán.
Hoy en día, la sal se extrae de minas difícilmente accesibles que la preservan de la contaminación, y se usa tanto para uso alimentario como para armonizar los ambientes.
Según el Feng Shui, la luz de las lámparas disuelve las energías negativas y atrae la alegría, la salud y la fuerza vital, y es especialmente beneficioso colocar lámparas en aquellos rincones de la casa menos acogedores para crear un ambiente cálido y hogareño, a la vez que sano.
Concretamente, el principal beneficio que nos aportan las lámparas de sal es que ionizan el ambiente, gracias a su elevado contenido en yodo, equilibrando el exceso de iones positivos tan perjudiciales para la salud que se generan con la contaminación atmosférica.
Otro de los principales beneficios de estas obras de arte natural es que absorben el exceso de ondas electromagnéticas que emiten la televisión, los ordenadores, los equipos de aire acondicionado y los electrodomésticos en general, especialmente nocivas para la salud pues contribuyen a las migrañas, la fatiga, la falta de concentración, el insomnio, etc.
Además, neutralizan los malos olores como el humo del tabaco, absorben el polvo y relajan debido al efecto cromático de la tonalidad naranja de la lámpara.
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